Un ciudadano británico de 69 años, John Ingram, ha captado la atención pública tras la revelación de su sorprendente historia de bigamia.
En 1988, contrajo matrimonio con su hijastra de 16 años mientras aún mantenía un vínculo matrimonial con su madre.
A lo largo de los años, Ingram tuvo descendencia con ambas mujeres, lo que dejó a muchos de sus hijos en la incertidumbre respecto a la identidad de su verdadero padre.
Este intrincado entramado de engaños fue descubierto en febrero de 2020, 32 años después de que los hechos ocurrieran.
A pesar de enfrentarse a una posible condena de siete años de prisión, Ingram logró evitar la cárcel y recibió una orden de trabajo comunitario de dos años, así como una multa de £450.
El Tribunal de la Corona de Maidstone escuchó que el hombre se casó legalmente por primera vez en enero de 1983.
Cinco años después, este individuo, conocido como Ingram, celebró una ceremonia de matrimonio con su hijastra adolescente, Neil Carr, teniendo a su esposa legal como testigo.
Tras su arresto, Ingram confesó haber cometido bigamia, alegando que lo hizo para obtener beneficios adicionales.
El fiscal Jeremy Kingsford reveló que Ingram había cambiado su nombre mediante escritura pública para llevar a cabo este acto.
Además, Ingram afirmó que su esposa estuvo presente en la ceremonia y que la relación con su hijastra, quien en ese entonces tenía solo 16 años, fue consensuada.
Ingram también declaró a las autoridades que su cónyuge legal no tenía conocimiento de que él era el padre biológico de todos los hijos que compartía con su hijastra.
El tribunal examinó el caso y descubrió que, a pesar de haber contraído múltiples matrimonios, ninguno de ellos había sido disuelto legalmente. Aunque el estado civil actual de Ingram no fue revelado, su abogado enfatizó que él es el único cuidador de su primera esposa, quien padece demencia.
Mark O’Connor, abogado de Ingram, argumentó que cualquier engaño perpetrado fue dirigido contra la institución del matrimonio, y no contra las mujeres involucradas.
No obstante, un informe previo a la sentencia describió a Ingram como un «hombre controlador y manipulador», que abusó de la confianza de su familia.
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