Al parecer, lo que más le gusta al primer ministro Boris Johnson es subirse a un escenario, mucho más que la gestión del poder, y lo que a él siempre le ha obsesionado es la imagen de poder. En definitiva, estar en el foco.
Hay que reconocer que la faceta de ‘entretenimiento’ lo borda, incluso como alcalde de Londres, sus intervenciones en el congreso anual del Partido Conservador eran de las más esperadas. En esos momentos, se le veía más como un inteligente ‘bufón’ que como un candidato a primer ministro. Pero la causa euroescéptica le dio el impulso que necesitaba. En los últimos años, las colas que se formaban para escuchar sus discursos en la importante cita otoñal que los ‘tories’ tienen con sus bases daban, literalmente, la vuelta a la manzana.
Pero tras haber logrado una aplastante mayoría absoluta en los comicios del pasado diciembre y haber conseguido ejecutar el Brexit, Johnson debería haberse dirigido este martes a los suyos más que nunca cual héroe. La pandemia, sin embargo, ha truncado los planes, porque todo se debe hacer ahora ‘online’. Y, de alguna manera, el ‘premier’ debió agradecer el hecho de cambiar el escenario por un frío estudio de grabación en Birmingham.
Pero ya no solo se trata del virus y del Brexit. El rumbo que la formación ha tomado en otras muchas otras cuestiones en estos 10 meses que Johnson lleva en Downing Street no agrada. Algunos de los diputados que apostaron por él en las primarias confiesan en privado estos días que se sienten como compradores estafados. En definitiva, una cosa es lo que se anunciaba de manera tan atractiva en internet y otra muy distinta lo que luego les ha llegado a casa. ¿Ha perdido el bufón su magia?.
El martes por la noche, 14 ‘tories’ rebeldes (entre ellos, pesos pesados como Graham Brady, responsable del llamado Comité 1922, que agrupa a los conservadores sin cartera) votaron en contra de las prohibiciones de reuniones de más de seis personas. Y la próxima semana se espera que más de 40 rebeldes planten cara al Ejecutivo para que retire el toque de queda de pubs y restaurantes, que ahora deben cerrar sus puertas a las 22:00. En esta ocasión, sí puede haber humillante derrota para Johnson.
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