Los bloqueadores de la pubertad constituyen una forma fundamental de atención médica que asiste a los jóvenes trans en la gestión de la disforia de género, al prevenir cambios físicos no deseados durante esta etapa crítica del desarrollo. No obstante, el Departamento de Salud y Asistencia Social ha justificado la prohibición de estos tratamientos al citar un «riesgo de seguridad inaceptable».
El Secretario de Salud, Wes Streeting, ha anunciado la implementación de un ensayo clínico destinado a evaluar la efectividad y seguridad de dichos tratamientos, subrayando la necesidad de proceder con cautela en relación con este grupo vulnerable.
La Dra. Hilary Cass, quien lideró una revisión sobre la atención de género para jóvenes, ha indicado que los bloqueadores son «medicamentos potentes con beneficios no comprobados y riesgos significativos». Su recomendación es que estos tratamientos sean prescritos únicamente tras una evaluación multidisciplinaria.
Activistas como Susie Green, cofundadora de la clínica de salud de género Anne, han manifestado su firme oposición a esta decisión, argumentando que representa un ataque a la autonomía de los jóvenes trans y a su derecho a acceder a atención médica adecuada.
Keyne Walker, director de estrategia de TransActual, también ha condenado la prohibición, enfatizando la importancia de continuar la lucha por los derechos de la comunidad trans.
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