La iniciativa HS2, destinada a impulsar el Reino Unido con un tren de alta velocidad, enfrenta críticas y desafíos debido a su exorbitante costo y falta de dirección. La pregunta ahora es si podrá realmente cumplir con su propósito inicial o si se convertirá en un costoso ejemplo de mala planificación.
Actualmente, la primera y única etapa del proyecto HS2 está presupuestada entre US$ 58.400 y $70.000 millones, según datos del gobierno británico. Esto hace que el costo por milla ascienda a US$ 416 millones, otorgándole el título del proyecto ferroviario más caro del mundo.
Para comparar, el TGV que conecta Tours y Burdeos en Francia costó apenas US$32 a 40 millones por milla. En general, los proyectos europeos de trenes de alta velocidad tienden a situarse alrededor de US$ 66,4 millones por milla.
Factores como la topografía y la densidad poblacional juegan un papel crucial en los costos de construcción. En el contexto del Reino Unido, donde los grandes proyectos suelen excederse en costo, la HS2 ha sido gestionada con ineficiencia, lo que ha incrementado continuamente su presupuesto.
El tren, aunque prometía transformar la infraestructura nacional y aportar beneficios sociales y económicos, se ha visto envuelto en una serie de problemas derivados de la política, la burocracia y una deficiente supervisión gubernamental.
Desde su concepción en 2012, con un presupuesto inicial de US$ 42.800 millones para unos 643 kilómetros de nueva vía, la empresa encargada de HS2 ha visto desfilar seis primeros ministros y numerosos responsables a lo largo de una compleja era política.
Error tras error, incluyendo el diseño para velocidades superiores a las normas internacionales y debates insuficientes sobre su trazado, han culminado en un aumento constante de los costos.
Aunque la HS2 ya presentaba problemas mucho antes de los eventos globales como la pandemia o la invasión rusa a Ucrania.
Los desafíos no terminan, y aunque el anunció de recortar secciones prometido como un ahorro millonario resultó ser costoso, la construcción continúa en un esfuerzo por mantener un proyecto que prometía inicialmente unir a las regiones más importantes del país con Londres.
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